Nací en el fin del mundo, en una tierra austral llena de contrastes y poetas; mi querido Chile. Y aunque no tuve mucho tiempo para crecer ahí debido al golpe de estado militar, mis raíces con ese país son profundas. Tuve una infancia nómade, ¡cambié hasta 4 veces de idioma escolar antes de cumplir 12 años! Primero, un corto año en Costa Rica, luego Estados Unidos y más tarde, de regreso a Chile. De ahí a Alemania y luego Francia… Siempre fui y sigo siendo una inmigrante, lo que me enseñó a ser una experta en observación y adaptación.
Cuando llegamos en familia a París, la joven adolescente que era entonces, decidió que ese sería mi hogar. Terminé toda mi educación básica en la escuela pública francesa, y me empapé del arte que inunda la ciudad de las luces al practicar danza y modelaje.
Al terminar mi baccalaureat hice en paralelo dos cortos años de Historia en la Universidad París VII y en la Escuela de teatro de Niels Arestrup. Luego quedé en el Conservatorio de teatro de París tras pasar con éxito un selectivo proceso de entrada. Pero la profesión me atraparía pronto y continué con mi vida nómade, pero esta vez como actriz.
Tuve el gran privilegio de actuar con coprotagonistas y directores muy talentosos, en francés al inicio de mi carrera, luego en español, y finalmente en inglés. Trabajé en proyectos enormes de Hollywood, así como en cine independiente. Mi profesión me llevó a muchos rincones del mundo. En 1999 me mudé de regreso a Estados Unidos para la promoción de la miniserie Cleopatra, donde fui la protagonista.
Quizás el hecho de haber estado expuesta a tantas bellezas de este mundo provocó en mí la necesidad de cuidar nuestro océano y nuestra tierra. Sentí que lo mas importante era proteger lo que yo mas quería: mi mar en Chile. Por eso fui muy activa en generar consciencia en la necesidad de mejorar las leyes de protección a los cetáceos, así como en la creación de parques marinos. Hasta el día de hoy, ese es un tema que sigue muy presente en mi corazón.
Pero toda mi vida cambió cuando nació mi primer hijo, Matteo. Mi pequeño gran maestro vino a esta vida con un gran desafío de salud; una condición genética degenerativa sin cura ni tratamiento llamada Leukodystrofia AGS. Mis prioridades y las de mi marido Lucas cambiaron de manera radical durante los casi 6 años que lo tuvimos con nosotros. Cuidarlo, amarlo y perderlo me transformaron profundamente y me llevaron a escribir un libro sobre este camino llamado “Ir al Cielo y Volver” (editado por Penguin Random House). Compartirlo con el mundo ha sido el desafío más hermoso que he tenido en la vida. Conectar con mis lectores sobre los difíciles temas de la muerte y la resiliencia ha sido mi manera de mantener viva la presencia de mi hijo.
En la actualidad, la actuación y la escritura siguen acompañándome en la vida, ahora radicada en Los Ángeles, California, junto a mi marido Lucas y mi princesa Luna Mae.